Mozarella y un poquito de peperone
Caminaba por la soleada orilla de la playa de mi isla cuando, con pantalones blancos impolutos, arremangados y los pies desnudos a remojo vi a un extraño.
Me acerqué a él y vi que miraba hacia el horizonte. Me presenté. Se presentó. Su nombre Alessandro, italiano, inquieto. Me habló de su barco naufragado. Me habló de su tierra, su país. Un país donde la gente se junta para contar historias. Estuvimos un rato charlando. Poco después se internó en la jungla.
Presiento que volveré a verle.
por Anónimo (5:51 p. m.)